Nostalgia...

Ya no esta el cuarto de mi abuela, ni la cocina con el techo inflado por la humedad, ni el garaje donde alguna vez festejamos los cumples de mi hermana.

Ya no se sienten ruidos en el techo, ni cuento los rombos del cielorraso ese que recuerdo por lo menos de hace 20 años. También falta el parrillero donde comiamos los mejores asados, los del abuelo.

Tampoco esta el abuelo, y la abuela tiene nostalgia. 

Nostalgia del abuelo quizás, nostalgia de su juventud, o de nuestra niñez, de cuando haciamos barquitos de papel mientras el tata descalzo y con su pilot bajo la tormenta, sacaba el agua para evitar que siguiera subiendo y entrara a la casa; porque si subía ya veriamos los baldes y latones que poniamos para las goteras del techo, bailar por todo el rancho mientras el agua llegaba a los tobillos.

Después venían las torta fritas mas ricas del mundo, las de la mama. 

O mejor aun, la pizza casera y los partidos de rumi canasta con Caro, Serri y la mama; y el tata que ya no jugaba mas porque decía que la abuela lo peleaba pero que estaba ahi para ayudarnos y evitar que su compañera del alma se robara el pozo. 

Yo tengo nostalgia de esa casa. 

Y todo el que entra tiene algo que decir -"Que linda quedo la casa de la playa"-. Pero yo extraño inclusive hasta la escalera, la que había hecho el abuelo y que nos recordaba los porrasos (y si que fueron varios) de los que ningún infante se había salvado.

La casa no esta mas, aunque seguimos en el mismo lugar y quisieramos pensar que esta ahi, que solo cambio un poco, que cambio para mejor, pero aquella que recuerdo se fue un poco con el abuelo, y otro poco el verano pasado. 

Y como la abuela tiene nostalgia, yo trato de encontrar la manera de que este monstruo que se comió a nuestro rancho nos hable de aquel pasado. 

Y si esa casita hubiera hablado alguna vez, me habria dicho que los recuerdos mas lindos de mi vida los tuve ahí, desde hace 28 veranos atrás, con los tatas, Caro y Serri.